viernes, 25 de septiembre de 2009

Al habla María

El miedo es siempre un mal consejero a la hora de ejecutar. Buscamos excusas para no enfrentarnos a la realidad y reconocer que a nadie le apetece ser juzgado ni que sus capacidades se pongan en entredicho. Muchas veces pensamos que no valemos para llevar a cabo una acción en concreto y, de repente, descubrimos que no sólo nos gusta, sino que también podemos desempeñarla decentemente. Cuando uno está en situación de desempleo no es recomendable desperdiciar oportunidades, creo que es necesario acudir a las entrevistas de trabajo. Igual el puesto no es “perfecto” para nosotros e igual no nos contratan, pero podemos aprender mucho sobre el proceso de selección, por ejemplo, o simplemente, y si hay habilidad, hacer contactos para el futuro.

En este sentido, pienso que, aunque haya que hacer un esfuerzo, merece la pena acudir a las entrevistas por muy lejos que esté el sitio o por muchas preguntas incómodas que nos hagan. Me refiero a que nadie va a venir a nuestra casa a preguntarnos si queremos trabajar y, por supuesto, nadie nos va a contratar a ciegas sin cuestionarse nuestro talento y profesionalidad: las “preguntas kriptonita” son necesarias.

Asimismo, cuando nos enfrentamos a una prueba para acceder al mercado laboral es relevante que vayamos dispuestos a todo y que dejemos de lado nuestras emociones, algo que a mí me resulta casi imposible, ya que suelo vivir mis experiencias con bastante intensidad, y eso muchas personas lo toman como una falsedad o una exageración, ya que sus emociones son limitadas y les es imposible alcanzar esas cotas de sensibilidad. Sin embargo, es necesario, hay que dejar a un lado las emociones y pensar que el objetivo es el puesto, aunque no nos guste mucho. Nuestra principal motivación sería, por ejemplo, afrontar el nuevo cargo como un trampolín para el futuro o pensar que optamos a un empleo que nunca hemos probado y a lo mejor nos gusta.

Mi opinión es que hay que estar en constante movimiento y no parar de hacer cosas, sea gratis o pagando, y si descubrimos que no nos apetece seguir siendo periodistas no se acaba el mundo y el sol sale por la mañana, hay que intentarlo todo. El victimismo y el “ya soy muy mayor para meterme en otra cosa” me parecen patéticos y muy cobardes. En mi caso, creo que nunca dejaré de estudiar, si acabo la carrera este año, después de hacer el máster, volveré a matricularme en otra cosa que me interese. En este sentido, los conocimientos que yo puedo tener sobre literatura me sirven a la hora de hacer un programa sobre esto y TODO se puede aplicar en la vida. De manera que, aprendes igual trabajando en una tienda que en Telemadrid, en el sentido del trato con los compañeros, la adaptación a nuevas percepciones, el integrarse en un grupo sin ser rechazado…, aunque hay que tener presente que en todos los oficios hay alguien que se dedica a ponernos en evidencia y que se vale de nuestros errores para destacar, porque no pueden hacerlo por sí mismos, pero con eso hay que vivir y no merece la pena pensar que todo tiene que ser perfecto y que si no es así, ese puesto no nos interesa.

jueves, 24 de septiembre de 2009

jueves, 17 de septiembre de 2009

Cobro 5 euros, pero estoy abierto a negociar

Una alumna (68 años) me ha dejado sobre el escritorio al terminar la clase un billete de 5 euros. "Para que te tomes un café".

Un paso adelante hacia mi siguiente destino profesional.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Al habla Julieta

Hacía tiempo que Celia nos había hablado de la visita que nos haría Rubén Ruiz Fernández, jefe de Cultura del 20 Minutos. Fue antes de que el primer grupo se fuera de vacaciones. Lo primero que nos dijo fue que él haría un esfuerzo importante en ir a visitarnos a la radio antes de entrar al diario, a eso de las 10. Mis dos primeras impresiones fueron que la cita estaba todavía lejos y que empezar la jornada dos horas antes era todo un detalle.
Una semana antes de la entrevista, en la clase de Celia, se habló sobre la visita de Rubén. A la vez, se puso en marcha un concurso en el blog. Teníamos que esmerarnos en la investigación sobre la persona y el personaje, en este caso nunca mejor dicho porque es actor. También debíamos acordar, entre todos, de qué manera abordaríamos la entrevista. Acordamos que ante los micrófonos, le entrevistaran Asier, Lola y María. Aarón se encargaría de la parte técnica, y además de los temas de los grupos que la profe nos contó que le gustan, buscó una banda sonora que no sé bien cómo pensó que le gustaría (lamento no haber seguido el hilo, porque suele ser muy interesante ver el camino que otros siguen para encontrar algo que está bien, que es cierto, siguiendo pistas diferentes). Buscó además algunos colchones y se aseguró de que todo estuviera perfectamente en el estudio digital.

Cuando Rubén llegó, yo estaba con Asier en el Madrid en Ruta. Ellos dos se saludaron porque se conocían, habían hecho juntos toda la carrera. Yo atiné a saludarlo con dos besos, y aunque me puse de pie, el recurso vino bien como detalle, porque ahí quedamos, en un simple “Buenos días, encantada”. Esa mañana, el programa duró sólo media hora, y cuando terminamos, bajamos los cuatro: Asier, Lourdes, Aarón y yo. Ya estaban todos en el aula 10, riéndose un poco y –en apariencia- distendidos. Ni bien llegamos, María me dijo que era mi turno. Yo no sabía de qué, así que me inmuté bastante poco, mantuve mi rubor a un nivel… Si cero es imposible, porque nunca faltan mis mejillas coloradas, ya sea por frío, calor, vergüenza, timidez; y 10 lo habitual en cualquier situación de esas… yo diría un 4. Muy razonable. Bueno, lo cierto es que era mi turno de presentarme. Es interesante repasar algunas de esas presentaciones: ¿qué le dices a alguien que a priori te resulta interesante, pero con el que no tienes ningún compromiso más allá de lo correcto, de la buena educación?. Como decir que no soy de acá es un poco redundante, pero igual lo digo, creo que no dije de dónde, pero que hace 5 años que estoy en Madrid, y que estoy muy contenta con este trabajo, ya que es un placer trabajar de lo que estudié y de lo que me gusta, más importante aún. O algo así. Bárbara dijo que era la benjamina del grupo, “bueno, no, Benjamín es él, jajaja”, Marta G. comentó que ella se incorporó tarde, que es madre, Rosa mencionó su vena artística, Asier nos contó lo que hizo después de la facultad, Lola que es la mayor y cómo se acercó a la radio. Del resto no me acuerdo, aunque seguro que si lo comentamos, todos recuerdan alguna cosa que hubieran preferido no decir, o decirlo de otra forma: la presentación fue del todo improvisada, según me pareció. O suficientemente natural. Mientras nos presentábamos, él estaba de pie, apoyado delante de las mesas que están paralelas a las ventanas, y más cerca de ese extremo del aula. Celia estaba a su lado.
Cuando terminamos nosotros, ella le dijo que ahora le tocaba a él. Se presentó y luego cambió de lugar, se puso frente a nosotros, con la misma postura pero en la mesa del docente. Yo bromeé sobre que se iba a exponer demasiado, pero él se lo tomó con mucha frescura y ahí se quedó. Las preguntas fueron interesantes. Hablamos de cómo fue su camino profesional hasta donde está hoy, de la situación laboral, de qué mira en un CV y en una persona, y creo que el punto gracioso lo puso Bárbara, cuando le preguntó “alguna cagada”, porque –y era cierto- todo parecía demasiado perfecto. Y nos contó no una sino dos, una de su primer día en el diario y otra… de hacía un par de días.
Y luego subimos a grabar la entrevista. Ahí hubo unas cuestiones técnicas y de otra índole sobre las que después del recreo reflexionamos en grupo, pero en general, la entrevista estuvo muy linda. Una de las cosas más importantes, creo yo, y que se nota en las fotos de Benjamín, es la naturalidad con que Rubén se sentía en el locutorio. Nuestros compañeros por ahí estaban más tensos esperando el momento preciso para preguntar, o hacer un comentario, pero él estaba como en su salsa.
Después fuimos todos juntos a tomar algo a un bar al que no vamos nunca, por lo menos a la hora del recreo, y hablo por mí, claro.
Todos estábamos de buen ánimo, él también, y María dio la nota cuando atendió el teléfono del bar, todos nos reímos. Cuando Rubén se fue, nos saludó a todos, y nosotros fuimos volviendo a nuestra zona habitual de descanso. Ahí empezamos a hablar, a reflexionar sobre cómo nos había parecido todo el encuentro, tanto en la sala como arriba en el locutorio y en la sala de control. La conversación siguió en el aula de siempre. Las sensaciones eran diferentes, el lugar donde estábamos y el rol que desempeñamos las condicionaron, pero creo que más allá de lo que expresamos todos, creo que una de las cosas más interesantes es haber sido capaces, todos, de ponerlo en palabras cuidadas, medidas, para no herir susceptibilidades, pero también para que no quedara ninguna duda de nuestra personal experiencia en el grupo que somos. Ese momento de expresión fue un aprendizaje en sí mismo y demuestra que durante estos meses, en las tres horas que los martes no dedicamos a la radio, hicimos algo más que conocer la estructura de la motivación o las etapas de la entrevista de trabajo...

(foto: Benjamín)

viernes, 11 de septiembre de 2009

Usted morirá en su nave espacial

Ayer por la tarde, una chica se me queda parada bajo el umbral de la puerta del lavabo, en plan niña de 'El exorcista' en la fiesta de su madre, y me suelta "tú eres el profesor. Los profesores aquí no duran mucho. Se van porque los hacen jefes. A la profesora que había antes la hicieron jefe".

martes, 1 de septiembre de 2009